Oh, el eterno debate de mercadólogos, publicistas, comunicadores y demás humanos grilleros. Párrafos enteros se han perdido en la historia debido a la discusión que provoca el tema de las necesidades. 6, 000, 000 de resultados (aproximadamente) son los que produjo Google cuando realicé una búsqueda al respecto. Tinta virtual o no virtual. Mucha tinta.
Necesidad de leer versus Deseo por leer(me).
Veamos, ¿puedo crear en ti, lector (o lectora), la “necesidad” de continuar en estas líneas?, o... ¿sólo puedo persuadirte para que sigas aquí, y entonces llamar “deseo” a eso que surge en ti?, ¿habrás dejado de leer ya? Supongamos que por un no-sé-qué, estas letras aún suenan en tu mente. Entonces, ¿creé en ti la necesidad de leer?, ¿o inicialmente ya existía y únicamente la potencié?, ¿qué mierda pasa?
Lento.
Son muchas preguntas y ni siquiera he dicho qué es una necesidad. No entraré en detalles, puesto que tan sólo esa palabra devendría en párrafos interminables. Según quienes saben (o nos han hecho creer que), “la necesidad es un estado de carencia percibido.”; también dicen Fischer y Espejo (2004) que es “la diferencia o discrepancia entre el estado real y el deseado”.
Está clarísimo. Fin de la discusión.
No.
Volvamos a la pregunta de párrafos arriba: ¿puedo crear en ti la necesidad de leer? Si tomamos la primera definición, para lograr una respuesta afirmativa, debería generar en ti, espontáneamente, un estado de carencia percibido, es decir, que en tu mente brotara el pensamiento “carezco de lectura: necesito leer para estar satisfecho”... o una pendejada así. Hasta aquí no parece tan ilógico: leer para satisfacer esa necesidad; leer por leer, pues. Suena bien, y hasta podríamos poner el punto final a la discusión… claro, si fuéramos autómatas.
¿En verdad leemos por leer? De ser así, no existirían géneros; simplemente letras per se. ¿No buscamos algo más allá de sólo insertar letras en nuestra mente? ¿Qué deseamos llenar realmente cuando decidimos leer? Esa motivación interna, profunda –y que muchas veces guardamos celosamente–, es la que sí podemos generar en otro humano.
Una necesidad es tan plana que utilizar recursos en intentar crear alguna significaría un desperdicio total; compartimos ciertas necesidades con otros animales; son elementales, básicas. Por otro lado, un deseo (esa motivación interna) es algo propio del ser humano depredador, consumista, insaciable; puede moldearse, potenciarse y, para fortuna de quienes vivimos de ellos (de los deseos, no de los seres humanos… a veces), explotarse para obtener beneficios de todo tipo: económicos y no.
No es lo mismo tener la necesidad de leer, que sentir el deseo por leer otro texto de alguien en específico; leer por el primer supuesto, sólo tendría como objetivo satisfacer dicha necesidad, sin embargo, leer por el segundo motivo, lograría satisfacer la necesidad y además otros aspectos más profundos y propios del ser humano.
Es esto lo que como publicistas-gurús-persuasivos buscamos: generar deseos que las personas puedan llenar exclusivamente con nuestros productos, en este caso (siendo un arrogante de mierda), mis letras.
O no.
¿Usté qué opina, lectora o lector? ¿Alguien realmente leyó hasta acá? ¿Les baleberga?
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