Ya sea con una película, comida, libro, obra de teatro, concierto, persona… alguna vez lo hemos exclamado, debido a que lo consumido no cumple con la expectativa que habíamos creado. Desde una perspectiva mercadológica, el consumidor tiene una o más necesidades (transformadas en deseos) latentes que busca satisfacer mediante alguno de los diversos medios ofrecidos por las marcas.
Bien.
Desde una perspectiva no tan fría, tenemos a la realidad. Cuando nos queda tiempo “libre”, buscamos lugares que nos brinden algo principalmente: entretenimiento. Pero, ¿Qué significa esta palabra?, y no me refiero a su concepto teórico, sino a la acepción que actualmente le otorgamos. Entretener se relaciona con mantener, que a su vez quiere decir permanecer sin cambio, en un estado medio, la conservación de algo.
Juntando las opiniones de la bandita, autores y mías, puedo decir que una persona entretenida es aquella que se encuentra en un estado de relajación y placer que no implica procesos mentales complejos. En otras palabras: un ser humano entretenido Está; pero no Es.
Queremos ser entretenidos, lo anhelamos, es por ello que asistimos a eventos que satisfagan este deseo. Pagamos, ya sea con dinero y/o tiempo, por lo que exigimos “pasarla bien”. Entonces, ¿qué pasa cuando un contenido no cumple con dicha función, cuando no es lo que esperábamos? Se crea lo que en términos teóricos llaman disonancia cognoscitiva; aquí le llamaremos el fenómeno “¡Yo no pagué por esto!”.
Este fenómeno se produce, por ejemplo, cuando asistimos a ver una película (para entretenernos, claro). Leemos la sinopsis y parece interesante. Compras el boleto. Vas por algún combo. Esperas la hora. Si es popular, haces fila, si no, sólo entras. Sentado. Media luz. Un poco de charla. Risas. Luces apagadas. Silencio. Comerciales. Comentarios. Inicia la película. No se parece tanto a lo que habías leído. Comes. Bebes. Preguntas. Tampoco parece comprender. Molestia. Esfuerzo. Comes. Bebes. Te sales… no pagaste por eso.
Cuando algo requiere tomar nuestros paradigmas y hacerlos pedazos preferimos huir como animales, en lugar de agradecer que no es más de lo mismo, que es un intento por hacernos reflexionar. Hemos llegado a pagar grandes cantidades por algo que nos mantiene en el mismo estado.
Anhelamos ser entretenidos, cuando no nos damos cuenta de que ya lo estamos la mayor parte del tiempo. Deberíamos exigir no ser entretenidos.
Tú, ¿pagarías por el no-entretenimiento?
Bien.
Desde una perspectiva no tan fría, tenemos a la realidad. Cuando nos queda tiempo “libre”, buscamos lugares que nos brinden algo principalmente: entretenimiento. Pero, ¿Qué significa esta palabra?, y no me refiero a su concepto teórico, sino a la acepción que actualmente le otorgamos. Entretener se relaciona con mantener, que a su vez quiere decir permanecer sin cambio, en un estado medio, la conservación de algo.
Juntando las opiniones de la bandita, autores y mías, puedo decir que una persona entretenida es aquella que se encuentra en un estado de relajación y placer que no implica procesos mentales complejos. En otras palabras: un ser humano entretenido Está; pero no Es.
Queremos ser entretenidos, lo anhelamos, es por ello que asistimos a eventos que satisfagan este deseo. Pagamos, ya sea con dinero y/o tiempo, por lo que exigimos “pasarla bien”. Entonces, ¿qué pasa cuando un contenido no cumple con dicha función, cuando no es lo que esperábamos? Se crea lo que en términos teóricos llaman disonancia cognoscitiva; aquí le llamaremos el fenómeno “¡Yo no pagué por esto!”.
Este fenómeno se produce, por ejemplo, cuando asistimos a ver una película (para entretenernos, claro). Leemos la sinopsis y parece interesante. Compras el boleto. Vas por algún combo. Esperas la hora. Si es popular, haces fila, si no, sólo entras. Sentado. Media luz. Un poco de charla. Risas. Luces apagadas. Silencio. Comerciales. Comentarios. Inicia la película. No se parece tanto a lo que habías leído. Comes. Bebes. Preguntas. Tampoco parece comprender. Molestia. Esfuerzo. Comes. Bebes. Te sales… no pagaste por eso.
Cuando algo requiere tomar nuestros paradigmas y hacerlos pedazos preferimos huir como animales, en lugar de agradecer que no es más de lo mismo, que es un intento por hacernos reflexionar. Hemos llegado a pagar grandes cantidades por algo que nos mantiene en el mismo estado.
Anhelamos ser entretenidos, cuando no nos damos cuenta de que ya lo estamos la mayor parte del tiempo. Deberíamos exigir no ser entretenidos.
Tú, ¿pagarías por el no-entretenimiento?
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