Me resisto a caer en la monotemática de admirar tu fotografía (otra vez), de ponerme inmoral, de fantasear con ella, incluso.
Caigo.
La resistencia no basta, y recuerdo (otra vez) que sólo somos letras: dos extraños jugando a un no-sé-qué.
Resisto.
Somos dos personas en un mundo que sólo nosotras compartimos y que, al desaparecer una (¿te imaginas?), se acaba. Se destruye.
Callo.
Nuestro mundo ha muerto, y con él nosotros. Pero, ¿de qué hablo?, si ese "nuestro" fue mío. Tú no existes. Ni yo: nos inventé.
Muero.
...Y me revives con tus letras (otra vez).
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