Las palabras sobran, a veces.
Sobran cuando pronunciar alguna significaría interrumpir ese momento sublime. Sobran cuando nuestras almas hablan a través de las miradas. Sobran cuando quiero besarte.
Sobran cuando sobramos nosotros.
En Pulp Fiction se encuentra una de mis escenas favoritas, en la cual (no es spoiler) Mia dice a Vincent:
"That's when you know you've found somebody special: when you can just shut the fuck up for a minute and comfortably enjoy the silence." (Pulp Fiction, 1994).
Después de verla, me pregunté: ¿a cuántas personas "especiales" conozco?, ¿con cuántas puedo disfrutar un silencio? Tal vez muchas personas sean calladas, tímidas, inocentes y, además de tener 17 años, prefieran mantenerse en silencio, pero dudo mucho que realmente disfruten de ello.
A mí me gusta platicar con las personas de cualquier tema, conocernos a través de lo que decimos, sin embargo, llega un momento en el que precisamente después de tantas palabras, éstas sobran. Es entonces cuando nos miramos u observamos a los demás. Es como si nos comunicáramos con el pensamiento. Una sonrisa, un suspiro, una mueca, cualquier acción simultánea crea ese momento único en el que soy consciente de que, al menos por un instante, hemos trascendido las palabras.
He ahí otro reto en la Vida: hallar a (o ser hallado por) alguien con quien disfrutar los silencios. Y las miradas. Y los besos. Y las risas. Y las tristezas.
Y la Vida misma.
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