Cada paso que damos nos lleva por un camino que puede tener una sólida base o bien carecer de ésta. Por ello, existen quienes aseguran el terreno antes de siquiera levantar un pie o quienes, al no lograr una certeza, prefieren hundirse lentamente en su inamovible posición.
Yo no avanzo precavido ni me detengo temeroso; me fundo con el camino: soy en él.
¿Que si en cada camino voy a matar o a que me maten? No lo sé; sé que voy. ¿Que si es bueno o malo? Adjetivos; nada más.
Y es que, ¿a qué venimos a este universo si no a matar y morir simultáneamente; si no a destruir y ser destruidos en el proceso; si no a simplemente hacer lo que amamos y lanzarnos al vacío? ¿Qué sentido tendría conocer si voy a matar o a morir antes de emprender el camino?
Prefiero la incertidumbre de no saber si al paso siguiente tus manos me sostendrán o simplemente verán cómo me derrumbo.
Lo prefiero, al paroxismo; nos prefiero, paroxísticos.
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